jueves, 7 de agosto de 2014

CUERPO Y ALMA

Cuerpo y alma son uno, no dos.
Todo lo que le sucede en nuestra carne,
todo lo signado por el tiempo y el espacio,
encuentra un portal a lo trascendente
en nuestro interior.
Correlato de lo uno en lo otro,
correlato de aquello en sí mismo;
pues es a través del cuerpo
que se expresa el alma,
y es bondad del alma
perdonar al cuerpo.

Cuerpo y alma son tapa y contratapa
de un libro dinámico
cuyas palabras
cambian
constantemente
¿el orden?
La última sintaxis,
la verdadera sintaxis,
no entiende de conceptos ni de lógica.

La única separación posible,
la dualidad dicotómica,
jamás ha sido más
que la sublevación misma
de nuestra mente.
Su maldita pretensión
de entendimiento y razón,
es en sí mismo
el terror
a todo aquello
que nos moldea
y que nos excede.
Como orfebres del devenir humano,
el amor, el odio, la vida
y la muerte.

Cuando se desgarra la piel, alguien llora.
Cuando te engañan los besos, llorás.
Si te viese llorar, lloraría.
Llora quien se ha quedado solo,
engañado por su voluntad.

Los ojos.
Los ojos son el lomo del libro,
el nexo entre la tapa
y la contratapa,
que abraza incensantemente sus páginas,
de principio a fin.

Mas para cumplir su cometido
el lomo se priva del contenido,
pues esencialmente está destinado
a mirar siempre hacia afuera.
Gracias a ello
sucede la magia
de expresar con una mirada
o con una lágrima,
lo propio amorfo
que nos articula
y desarticula,
que nos embebe
y nos seca
de energía.
Lo más hondo.
Lo simple.
Lo que no está escrito
en ningún lugar.

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